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Sobredosis digital



La dependencia a Internet se ha vuelto una adicción. Las personas viven online la mayor parte del día y la ‘ciberadicción’ ya es considerada un padecimiento. No podemos desconectarnos, pero sí desintoxicarnos



Es imposible desconectarse de la tecnología. Hemos llegado a una era en la que los robots reconocen nuestras emociones y en países como en Corea del Sur, alrededor del 70 por ciento de los niños tiene un smartphone.
Sin embargo, también hemos llegado al momento en que es necesario hacer una desintoxicación de la dependencia –y adicción– a las redes sociales y los gadgets.
En el país mencionado, la adicción de los niños y jóvenes es un fenómeno imparable. Uno de cada cinco niños sufre de problemas como ansiedad y depresión cuando los apartan de sus celulares inteligentes.
De hecho, el Ministerio de Ciencia del país asiático, asegura que se necesita actuar para disminuir la creciente adicción digital. Y junto al ministerio de Salud y de Educación,  pidió que las escuelas organicen campamentos para desintoxicar a los niños y jóvenes de esa dependencia, que ya consideran grave.
Y a nivel mundial, las personas viven sumergidas en el universo de las redes sociales, como Facebook y Twitter.
Las medidas que ha tomado Corea del Sur no significa que el mundo se desaliente o abandone la comunicación e interacción en línea con tus amigos y contactos, sino que intenta, según se observa, que se tome en cuenta que, tal como cualquier adicción, la dependencia a estar conectado constantemente podría tener consecuencias que afectan la salud mental o física.
El Manual de Diagnóstico y Estadísticas de los Desórdenes Mentales (DSM, por sus siglas en inglés), dice que el catálogo  de trastornos mentales y conductuales ya incluye la “ciberadicción”, que en inglés llaman “Internet Addiction Disorder” (Desorden de adicción a Internet) como un padecimiento.
El estrés de los  ‘friends’ y ‘Likes’
Por irrelevante que parezca, tener más contactos en redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram, aumenta la presión en el usuario, así como la ansiedad, según un análisis de la Universidad de Edimburgo.
Los autores de la investigación dicen que entre más perfiles (de contactos) tenga en su red una persona, más posibilidades hay de que tengan un desacuerdo –o malentendido– en línea. Con mayor énfasis en contactos del círculo personal o laboral.
“He visto cómo la gente elimina fotos e incluso regulan su comportamiento fuera de Facebook, enfocado a su presencia en la red social. Si la gente está en una fiesta y ve una cámara, piensan “mi jefe o mi novia podría ver esto”, subraya Ben Marder, autor del estudio, por lo que el estrés comienza desde que una persona acepta entre sus contactos a su jefe o a personas de su trabajo.
“Cuanto más grandes sean los círculos a los que está relacionado online, mayor será el estrés causado por las redes sociales”, añade Marder.
Y debido a que las personas comparten su intimidad en ese sitio en línea, sus niveles de estrés también aumentan durante la búsqueda constante de tener regulado el contenido que publican, pese a los términos de privacidad de Facebook y/o Twitter.
“Facebook antes era una fiesta en la que todos tus amigos podían bailar, beber y coquetear. Ahora con los padres y los jefes, la fiesta se convirtió en un evento que genera ansiedad y que está lleno de potenciales bombas sociales”, agrega el experto.
En la vida real podemos actuar, disimular y hasta engañar a cualquier persona. En cambio, en Facebook, el equipo de Marder indica que en Internet no es así. Los contactos pueden ver a las personas tal cual son, lo que también detona estrés y preocupación.
FOMO y abstracción de la realidad
El FOMO (o Fear of Missing Out, que se traduce como “miedo a quedar fuera”) es lo que sucede al ser excluido de lo que pasa en la Red.
Este miedo socio-digital ha aumentado entre los usuarios de Internet, debido al acceso instantáneo en los dispositivos móviles.
De acuerdo a un estudio de la agencia JWT, tres de cada 10 personas –entre 13 y 34 años– han experimentado FOMO y por lo general se presenta cuando ven eventos o grupos (incluso conversaciones), de las que no fueron partícipes.
Pero en el intento de querer estar inmersos en el mundo cibernético, las personas se abstraen de la realidad. Prueba de ello son las cenas en familia, en la que todos están con la mirada hacia abajo, en la pantalla de su celular. Mismo caso de restaurantes.
En Europa y Estados Unidos, las grandes ciudades están prohibiendo estos dispositivos en la entrada, con el fin de fomentar la convivencia entre sus comensales, lo que no a todos les gusta.
Según MyLife.com, el 56 por ciento de los usuarios de redes sociales sufre de FOMO. De acuerdo a este análisis, el 61 por ciento de los usuarios tiene entre 18 y 34 años. 
En promedio, el 42 por ciento de las personas tienen más de una cuenta de red social. Y una persona tiene tres cuentas de correo electrónico (en el 2012 el promedio oscilaba dos cuentas por persona).
La genética influye
La “ciberadicción”, como toda adicción, es difícil de rehabilitar ya que se relaciona con una variación genética.
Esto, que tendría una relación física, haría más difícil que una persona busque ayuda y desee desintoxicarse.
De hecho, se dice que la satisfacción que se siente al verificar notificaciones en Facebook y Twitter, se compara con el placer de comer e incluso de un encuentro sexual, tomando en cuenta la liberación de endorfinas.
Investigadores de la Universidad de Bonn y del Central Institute of Mental Health (CIMH), en Alemania, descubrieron que hay un gen relacionado a la adicción a Internet, o al menos eso supone, basado en sus resultados.
Se trata del gen CHRNA4 –ubicado en el cromosoma 20–, el cual determina la permeabilidad de las conexiones entre las neuronas en el cerebro ante un estímulo de placer.

Es decir que la adicción a Internet no es química, como la que se tiene por el cigarro o el chocolate, por ejemplo.
En esta investigación, se analizó la adicción a Internet de 843 personas, quienes aseguraron que sentían malestar cuando no estaban conectados o cuando no tenían acceso a la Red.
Los pensamientos de estas personas durante todo el día, giraban  en torno a Internet y sus redes sociales. Incluso sus acciones eran determinadas por cómo lo publicarían, comentó Christian Montag, autor del estudio alemán.
Montag concluye que la dependencia a Internet no es un capricho, sino una adicción, y que los resultados de su estudio –publicados en el Journal of Addiction Medicine– demuestran que hay influencia genética en el desarrollo de este "mal 
cibernético".
Y que “si esas conexiones son mejor entendidas, eso podrá dar como resultado indicaciones importantes para mejorar las terapias”.
Rehab cibernética en Turín y Roma 
Para la rehabilitación del “Internet Addiction Disorder”, ya existen dos clínicas en el mundo inauguradas a partir del 2009.
Una de las clínicas que tienen terapia para este trastorno es una unidad dentro del Hospital La Molinette en Turín, Italia, que comenzó a operar en el año 2010.
Y la segunda forma parte del Policlínico Agostino Gemelli de Roma.
Como cualquier centro de rehabilitación, al paciente se le hace un diagnóstico y se determina el estado de su dependencia y patología. Después comienza la terapia.
Dependencia incontrolable
Si hablamos de dependencia  a un celular, pensaríamos que solamente afecta a los adolescentes, pero lo cierto es que los adultos también forman parte de esta esclavitud cibernética.
Wally Ghurabi, director médico del Centro de Emergencia de Santa Mónica UCLA Medical Center and Orthopaedic Hospital, dijo en un reporte en The Wall Street Journal, que hasta el 2012 la tasa de accidentes leves y por descuidos en niños menores a tres años, aumentó en Estados Unidos a la par del auge del uso de smartphones y tablets en los padres de familia.
Y no solo eso, también los accidentes en los que la persona también se pone en riesgo. El Pew Research Center publicó en el 2010, una encuesta en la que señaló que el 22 por ciento de los adultos se ha topado en la calle con otra persona por ir mandando mensajes de texto.
Un caso muy sonado de descuido por no soltar el celular es el de la modelo y periodista Peaches Geldof.
En septiembre del año pasado se publicaron fotos en las que dejó caer la carriola con su pequeño Astala Dylan, de entonces 5 meses de edad. Geldof no dejó su smartphone, ni siquiera mientras levantaba al bebé.
Antes el peligro llegaba cuando las personas manejaban y enviaban mensajes de texto al mismo tiempo. Al igual que cuando hablaban por su celular mientras iban en el coche.
Ahora, cada vez hay más accidentes de personas en las calles, que por no despegar los ojos de su celular, sufren caídas y/o topan con muros y postes.
Según una investigación de Injury Prevention, una de cada tres personas que cruza la calle, camina distraída con su celular.
En los resultados de su investigación destacó que las personas que cruzan la calle viendo la pantalla de su teléfono móvil, tardan 1.87 segundos más en cruzar avenidas de dos o más carriles.
Las soluciones para atender este problema de descuido y distracción de los transeúntes ya se han puesto en marcha. Un ejemplo es la app Type n Walk, con la que la pantalla se vuelve “transparente”, de manera que puedas teclear y ver lo que tienes a tu paso.
Y en Estados Unidos se han pintado algunas calles con la insignia: “LOOK UP” (mira arriba), y se multa si las personas traen su celular mientras atraviesan intersecciones caminando.
Noam Chomsky no tolera la Red
El periodista estadounidense Noam Chomsky, uno de los grandes pensadores contemporáneos, dice que la dependencia a la tecnología está provocando que las personas se conecten, pero no se unan.
“Conozco adolescentes que creen que tienen cientos de amigos, cuando en realidad están muy aislados (…) En vez de hablar con las personas cara a cara, de conocerlas a través de la interacción, hay una especie de carácter casual de esta cultura en desarrollo”, dice a la BBC.
“Internet entrega acceso instantáneo a todo tipo de ideas, opiniones, perspectivas, información”, pero eso solamente ha causado que las relaciones sean menos estrechas.
“Los más jóvenes (...) viven en una sociedad y una cultura exhibicionistas, donde colocas todo en Facebook, donde quieres que todo el mundo sepa todo sobre ti”, agrega Chomsky.
El activista político subraya que “la mayoría usa Internet como entretenimiento, diversión. Pero de la minoría que la usa para adquirir información, lo que se puede ver es que las personas localizan muy rápidamente sus sitios favoritos y los visitan porque refuerzan sus propias ideas (…) Entonces te vuelves adicto a esos sitios”.
*Fuente: Datos de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), en el 2012.
*Fuente: Agencia JWT



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