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Marisela Morales, la otra historia de la PGR

Por Guadalupe Lizárraga
MEXICO, DF.- Marisela Morales, titular de la Procuraduría General de la República, parecería seguir un guión de Televisa en la construcción de su carrera política al estilo de las “estrellas”. Desde relaciones amorosas y alianzas en lo “oscurito”, hasta informaciones filtradas de negociaciones con narcotraficantes, marcan su trayectoria de trabajo en uno de los pilares para combatir el crimen en México.
Disciplinada, en un momento clave para ese país, como es el proceso de imposición de Enrique Peña Nieto, impulsado principalmente por Televisa, Morales protege a esta empresa y destaca nuevamente con parcialidades en la justicia al cerrar los ojos ante los vínculos de este consorcio mediático con el narcotráfico. La lealtad de Morales a Televisa, aún después de que las autoridades de Nicaragua y Costa Rica apuntaran ineludiblemente sus investigaciones a esta empresa, al parecer, busca recompensa en la siguiente adminsitración.
Para comprender el papel estratégico que ha jugado Morales en este proceso político, es necesario retroceder en el tiempo y escarmenar en sus propios archivos personales. Sobretodo, archivos específicos que dan cuenta de la calidad de su gestión al frente de la oficina encargada de investigar y perseguir los delitos en México. Mientras Televisa y los medios que la secundan se encargan de fabricarle una "imagen" de condecoración internacional.
De la SIEDO a la cabeza
En marzo de 2011, Felipe Calderón y el CEN del PAN, giraron instrucciones a la PGR para que realizara labores de espionaje en conjunto con la Secretaría de Defensa Nacional (SEDENA 2a Sección) y la Secretaría de la Marina (Unidad de Inteligencia Naval). La orden incluía realizar búsquedas en las bases de datos de las dependencias gubernamentales, sobre los antecedentes y trayectorias delictivas de connotados priistas. El objetivo, según información confidencial, era usarla con fines electorales e inducir mediáticamente el voto a favor de los candidatos del PAN.
Para esa tarea, se removió a Arturo Chávez Chávez, un abogado egresado del Tec de Monterrey, que había recorrido varios cargos de la PGR en el estado de Chihuahua, dejando una estela de feminicidios y otros crímenes sin resolver, hasta llegar a ser arropado por Diego Fernández de Cevallos quien intervino con Felipe Calderón para que lo nombraran titular de la Procuraduría de 2009 a 2011. Después de Chávez, se puso a Marisela Morales Ibañez como titular. Y aquí los medios jugaron el papel asignado en el guión: destacaron el hecho de que fuera mujer, como sugiriendo que por ello la corrupción estaría descartada. Más tarde, la misma Morales se encargaría de dar la respuesta a los mexicanos.
La funcionaria había mostrado su lealtad al PAN en el sexenio de Vicente Fox, al prestarse a levantar sumario al izquierdista Andrés Manuel López Obrador, en 2005, para desaforarlo, cuando era jefe de gobierno en el Distrito Federal. Se portó a la altura de los intereses del sistema, y con ello quedó posicionada en el sexenio de Felipe Calderón, con la responsabilidad clave, también, de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), dependencia encargada de las fuerzas policiales contra el narcotráfico.
Desde ahí se reclutaron a 117 agentes, presumiendo capacidad ética para evitar su corrupción. Sin embargo, con el tiempo, se denunció que los exámenes de reclutamiento eran parte de la simulación gubernamental y contrataban a los agentes por recomendación directa, entre éstos policías presos que no teminaron de cumplir condenas y fueron liberados para atender responsabilidades de investigadores contra el crimen. “Con una llamada por teléfono pasan los que quieren los jefes” llegó a denunciar un agente federal.
Entre los pendientes
Los feminicidios en Ciudad Juárez fue otro conjunto de casos, ignorado con pruebas y evidencias para abrir líneas de investigación que revelaban incluso participación de policías federales y militares. Entre las evidencias ignoradas o destruidas entregadas a la SIEDO, se encontraba un video de una masacre de 36 jovencitas en una casa de seguridad para prostitución, perpetrado a principios de septiembre de 2010.
No obstante, pese la denuncia y búsqueda de datos de las propias madres de las víctimas que se reunieron con la entonces funcionaria responsable de SIEDO, los feminicidios no fueron tampoco su prioridad ni por la evidente participación del crimen organizado y autoridades públicas denunciadas con nombres y apellidos en nuestras investigaciones conjuntas con el periodista español Javier Juárez.
El video de la masacre de Juárez fue realizado por un policía municipal, como parte de su trabajo, y subido anónimamente a la red en esa fecha. Después fue retirado, y vuelto a subir con el seudónimo de “chiquita69” hasta julio de 2012. Contiene imágenes donde las jóvenes se están desangrando, acuchilladas y balaceadas, nombres de las víctimas, colonias donde viven, el rostro de policías que están en la escena del crimen, acercamiento del rostro de las jóvenes y sus edades oscilan entre los 17 y 22 años. Nada de esto fue registrado públicamente por la policía municipal ni investigado por la SIEDO, comandada por Marisela Morales.
El video aún está en línea, y el Comité de Madres de Juárez lo entregó con una grabación que dejaron anónimamente en uno de sus celulares, con un fondo musical de cantos gregorianos. La SIEDO recogió la evidencia, y a los meses, les dijo al grupo de madres que "no era nada", que esa información "no era fidedigna".
Morales, con un historial de casos sin resolver, al igual que su predecesor, tomó posesión de la oficina de la PGR el 31 de marzo de 2011 y fue premiada con visitas a Washington para legitimar su nuevo cargo.

Avigaí Vargas Tirado, pareja sentimental de la porcuradora y su colaborador más cercano (vestido de militar). Foto: red
El equipo de confianza
El ascenso de Morales llevaba una marcada consigna. Así que empezó a mover las piezas, especialmente las que tenía más cerca. El primer apoyo del que echó mano fue de su propio compañero sentimental, el Teniente Coronel Avigaí Vargas Tirado, con quien procreó un hijo, pese a que era casado y tenía otra familia.
Vargas fue titular del Centro de Planeación de Análisis para el Combate a la Delincuencia (CENAP), y ayudó al entonces procurador Rafael Macedo de la Concha, a remover el aparato de espionaje priista en el año 2000, para construir el panista. De esta manera, se dio entrada a militares de la Segunda Sección (Inteligencia militar) a la PGR, para vigilar a la oposición política desde el nuevo centro de espionaje.
Avigaí Vargas Tirado tuvo el cargo de Coordinador General de Información contra la Delincuencia y se mantuvo ahí hasta abril de 2010. En ese periodo reclutó al expolicía federal Rogelio Humberto Rodríguez Martínez (a) El Sicario o El Roger (quien estuvo preso en el Penal de Topochico, por realizar cateos en Nuevo León, sin orden de un juez en 2004).
Otro de sus agentes fue Omar Orozco Sánchez, (exoficial de Inteligencia del CISEN) y su primo Hugo De la Cuadra Sánchez, ambos llegaron con el actual Secretario de Seguridad Pública de Puebla, Ardelio Vargas Fosado, ex Comisionado de la PFP y a quien se le llegó a identificar como “el monstruo de Atenco”, por haber sido el que ejecutó las órdenes de represión y atrocidades cometidas el 3 mayo de 2006 contra el movimiento campesino.
Una vez integrado el equipo, empezaron los “trabajos especiales” para la nueva procuradora. Bajo el rubro de “gastos de investigación”, según la fuente confidencial, se adquirieron bienes y aparatos de espionaje utilizados para los intereses de Avigaí Vargas Tirado. Incluso se adquirieron nuevos aparatos de escucha marca NICE, que son portafolios con capacidad para escuchar hasta 200 teléfonos, celulares y fijos.
El trabajo específivo es intervenir conversaciones y correos electrónicos para mandar la información a Morales. Es así como la funcionaria, junto con Cuitláhuac Sánchez, actual titular de SIEDO, judicializan la información, coaccionan a testigos protegidos para que firmen declaraciones amañadas y así poder consignar a quien SEDENA y Presidencia decidan, según la fuente.
Entre los casos que se han dado a conocer mediáticamente es el del general Tomas Duahare Ángeles y tres militares más, quienes por órdenes de Morales fueron consignados por estar presuntamente vinculados con el crimen organizado, y fueron arraigados sin prueba alguna.
Vargas en la PGR
El arribo de la procuradora representó la oportunidad para Vargas Tirado de prolongar su estancia en la Procuraduría. Y con personal de SEDENA le animó a crear un nuevo grupo especial de espionaje y de negociación con los Zetas, quienes empezaron a pagar mensualmente como informantes sobre cárteles rivales.
Vargas Tirado dirigió el fallido operativo contra el narcotraficante Jorge Hank Rohn, en Tijuana, cuando se le acusó de acopio de armas, y mandó a sus colaboradores Rodríguez Martínez y Sánchez Orozco para coordinar dicho operativo con el testigo protegido de nombre Gerardo, alias “El Pitufo”. Se trató de una operación similar a la del 2008, bajo el nombre clave de “Operación Primavera”, cuando detuvieron a uno de los integrantes clave de los Zetas, de nombre Carlos Sotelo Luviano en Cuernavaca, Morelos, quien es uno de los que paga por información a Vargas Tirado.
Rodríguez Martínez, El Roger, con ayuda de gente de Tamaulipas vinculada a los Zetas, se encargó de recabar la información del exgobernador Tomas Yarrington vinculado con el Cártel del Golfo. Y se publicó en internet y en los medios el 1 de agosto de 2012, que según investigación de la SIEDO, Yarrington recibió más de $8.5 millones de dólares para financiar su campaña hacia su gubernatura en 1998. Entre los principales involucrados se encontraban Jesús Vega Sánchez, el ex coordinador de campañas del PRI, quien fue denunciado de reunirse con miembros del Cártel del Golfo y del Cártel de Juárez para realizar los pagos acordados.
La PGR giró orden de aprehensión contra Yarrington el 28 de agosto, por delitos contra la salud en su modalidad de fomento. Por ahora el político se encuentra prófugo de la justicia en México, con ficha roja ante la Interpol, mientras que en Estados Unidos no ha sido acusado formalmente.


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